Preocupación u obsesión? - Educación de nuestros hijos
Leyendo curiosidades por ahí, como suelo hacer,
encontré este caso que me hizo reflexionar sobre cuántas veces, pensando
hacer lo mejor por un hijo, se puede estar causando un verdadero mal.
Por casos similares a este es que muchas veces los psicólogos recibimos
en nuestro consultorio a niños superados por presiones y agendas (casi
de adultos) que los enferman y que les impiden hacer lo que deberían: poder jugar.
Lucia tiene 4
años. Entró en una escuela preescolar privada por la cual su madre
pagaba... 19.000 dólares!!!!!. Lucia se divertía, coloreaba, rodeaba
formas y jugaba buena parte del día. Nicole, madre de Lucia, decidió
demandar a la guardería por haber arruinado sus opciones de entrar en
una de las mejores universidades norteamericanas. No la estaban
preparando adecuadamente!
Si
bien esto ocurre en Estados Unidos y en el seno de una familia
evidentemente de buenos recursos, nos sirve para reflexionar sobre las presiones que cada uno de nosotros puede estar poniendo sobre nuestros hijos. Expectativas desmedidas, sobrecarga de actividades... Cuántos padres terminan obsesionándose por la competitividad?
Sin darnos cuenta y queriendo asegurarles un buen futuro, los privamos de un presente pleno en el que el aprendizaje debe estar incluído dentro de lo lúdico. El juego, para los niños, es salud.
Queremos hijos superdotados o con salud mental?
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