Para comenzar, debo admitir que me fue complicado encontrar una
definición única sobre Venezuela. A la mente me llegaron imágenes de los
símbolos patrios, coloridos paisajes, sabores de nuestra gastronomía,
aromas de nuestra flora, sonidos de
nuestra fauna y muchas cosas más. Al final me incliné por la idea o
concepto de que Venezuela es un conjunto de cosas maravillosas y
positivas. Venezuela es simplemente una cultura.
Sin embargo, al tratar de encontrar una definición para
“venezolano”, la respuesta fue mucho más sencilla y clara. “Venezolano”
es el medio por el cual la cultura es transmitida. En fin, nosotros los
venezolanos somos los intérpretes y definidores de Venezuela. Pero aquí
es donde sale a flote la pregunta del millón: ¿Cómo es posible
interpretar algo cuando el interprete en si no analiza bien el mensaje?
Esta simple pregunta es la raíz de lo que se ve, se siente y se vive en
Venezuela.
Un ejemplo de esta mala interpretación es el hecho de
que muchos creen que en Venezuela se debe vivir bajo la ley de la
supervivencia, donde existen los vivos y los tontos. Esta ley solo
funciona en el salvajismo y es lo que nos previene de vivir en
hermandad. Desde el primer momento en que alguien actuó mal, el mensaje
de Venezuela se distorsionó. Poniendo esto en perspectiva, analicemos:
¿por qué de turistas somos ciudadanos ejemplares mientras que en casa
somos lo contrario? No existe excusa alguna. Si bien se han presentado
obstáculos en nuestro camino, no hay razón para que nos desviemos del
camino correcto. La situación actual se ha ido formando desde hace más
de medio siglo y ha empeorado exponencialmente desde hace poco más de
una década. Y la culpa es nuestra. Si dejáramos de buscar culpables en
terceros y nos enfocáramos mas en nuestros actos, la verdad saldría a la
luz junto con la solución.
Pero desde otro punto de vista podemos ver que hay
personas que interpretan nuestra cultura limpiamente. Me refiero a
quienes se comportan como ciudadanos ejemplares en cada momento y luchan
por un mejor país. Y si existen quienes pueden comportarse
correctamente, ¿por qué no podríamos también hacerlo nosotros? Yo,
personalmente, estoy convencido de que sí se puede. De empezar a aportar
cosas positivas, a sembrar cosas buenas, por insignificantes que
parezcan, al final, podremos recoger los frutos de un país mejor. El
futuro de Venezuela está en nuestras manos. Seamos héroes, interpretemos
y valoremos a Venezuela para que ella en recompensa nos valore a
nosotros. La única receta para una mejor Venezuela es siendo un mejor
venezolano.
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